lunes, 14 de septiembre de 2009

Otro destello de grandeza

Ayer a la tarde estuve sufriendo con el partido de del Potro, somo supongo que lo habrán hecho muchísimos argentinos que viven aquí o que están desparramados en todo el mundo.

Y que haya ganado sinceramente me llenó de satisfacción. Por una parte porque no puedo dejar de sentir que viendo el partido en vivo la fuerza que yo hago de alguna manera contribuye al triunfo. Me pasa con todos los partidos de cualquier cosa en la que esté comprometido mi corazón de hincha. Es más, me aburren terriblemente los partidos en diferido por el solo hecho de que no importa la fuerza que haga o lo que sufra, el resultado ya está puesto. Hay quienes le encuentran justificación a este comportamiento desde la teoría del efecto mariposa, otros sencillamente desde la cábala y a otros les parece una estupidez.

La segunda razón es la satisfacción de ver el resultado de un trabajo bien hecho durante muchos años, no solamente de Del Potro, sino de varias personas que han colaborado con él. Además el tipo me cae muy bien, es humilde y sumamente profesional, solo con 20 años.

Más o menos la misma sensación me causaron en su momento los éxitos de la selección de basquet de Magnano, deporte que sigo más de cerca, ya que fue el que practiqué durante mi niñez y adolescencia.

Además del basquet y del tenis, hay otros ejemplos, como el hockey femenino, Meolans, etc.

Y saliendo del mundo de los deportes, también en la cultura, en el arte, en la ciencia y en varios otros ámbitos, cada tanto aparecen algunos de esos destellos de grandeza.

Esos son de los pocos momentos en que uno se siente orgulloso de ser argentino, sobre todo porque en general son logros de gente que le ha puesto el 100% de la cabeza y el corazón a lo que hace, luchando generalmente contra la corriente, en un país que no solo no genera las condiciones sino que te pone palos en la rueda, y que a pesar de eso, le da para adelante.

Una mañana, hace más o menos un año, a poco de terminar las olimpiadas chinas, llevé a lavar el auto a un lavadero que está enfrente de la cancha de Ríver, sobre la Av. Figueroa Alcorta. Me senté en una mesa a tomar un café mientras esperaba, y en la mesa de al lado se sentaron Juan Curuchet (medalla de oro en ciclismo en los juegos olímpicos de Pekin) y un periodista de La Nación (creo que era Fernandez Moore). Obviamente no pude evitar escuchar toda la nota, y no me moví de ahí hasta que terminaron.

En un momento el periodista le pregunta como eligió a su compañero de equipo, Walter Perez. Curuchet, le contesta algo así como que si bien se fijó en sus cualidades técnicas y físicas, un requisito escencial era que corriera por la patria y por la bandera, porque en su deporte, era necesario representar a Argentina y que se te infle el pecho, esa debía ser la principal motivación, porque no tenías grandes auspiciantes y las cosas había que hacerlas a pulmón y tener muchísima disciplina, y que te la tenías que bancar solito y no rendirte ante los inconvenientes, y no te ibas a hacer millonario, ni ibas a ser una estrrella mundial. Después continuó contando anécdotas sobre esos momentos difíciles por los que tuvo que pasar para ganar su primer oro olímpico pasados los 40 años, practicamente sobre el final de su carrera deportiva. Y la verdad es que es una vergüenza.

En el momento en que escuché a Curuchet, nosotros ya estábamos pensando en irnos del páís. Y a pesar de que lo que el tipo decía es ejemplar, estoy seguro que este país dentro de poco va a olvidarlo, solo figurará en las estadísticas, sus logros habrán sido utilizados políticamente por alguien, en lugar de capitalizarlos en pos del bien común. Suele pasar que a estos héroes los recibe el/la presidente de turno para salir en la foto y atribuirse parte del mérito (nunca faltarán las palabras del tipo "lo que hemos hecho en este país por el deporte/cultura/arte/ciencia desde que asumimos han permitido éxitos históricos como este, que nos ponen en los primeros planos del concierto de las naciones").

A este hombre como un conjunto de otras individualides sobresalientes de distintas ramas (ciencia, deportes, cultura, etc.), los veo como chispazos de grandeza de lo que nos gustaría o tal vez podríamos ser, pero que nunca terminan de provocar el big bang, la reacción en cadena, que genere la necesidad de hacer bien las cosas.

Pero en seguida esas chispas parecen aplacacrse. Nos hicieron sentir "potencia" durante un ratito y nos permitieron salir en la foto junto a los "grandes".

A pesar de haber decidido irnos a Canadá, no puedo dejar de pensar que en algún momento, dentro de muchos años, tal vez cuando me retire, tal vez a poco de llegar, quién sabe, mi experiencia canadiense me permita contribuir a cambiar el destino de este país con más herramientas de las que tengo ahora (volcándola particularmente de temas de educación) y sin tener que sacrificar mi salud, mi integridad y mi familia en el intento.

Porque lo que siento es que este país te pide permanentemente sacrificios, pero te suelta la mano y te olvida cuando ya no le servís, así como se olvida de sus héroes.




2 comentarios:

  1. Lo que dices acerca de llevar adelante nuestros exitos a pulmón más allá de nuestro entorno es una conversación que con frecuencia tenemos (mi esposa y yo). Sucede que en este tipo de paises la consecución de metas no es precisamente un regalo del destino, por el contrario, hay que fajarse duro y sobre todo con mucha imaginación porque el sistema (por alguna razón) obstruye o cuando menos es indiferente ante el emprendedor. Esta es una de las razones por las cuales elegimos emigrar y es que es inevitable cada vez que lo revisamos virar, mirar a nuestros hijos (10 y 5) y verlos como a un par de semillas tan propensas a un buen desarrollo como cualquier otra, sin embargo este desempeño resultará mejor o peor de acuerdo al medio en el que se haga la siembra y no cabe duda de que Canadá es terreno más fertil y menos hostil que estos lares nuestros.
    El asunto deportivo es mas o menos igual acá. La gloria dura más o menos mientras el interés político perdure o si tienen suerte y el impulso del exito llama la atención de algun patrocinante que si valore el esfuerzo y talento que requiere alzarse a esos niveles.Pero claro, en ese punto ya la semilla prosperó por si misma y sin la más mínima atención del los jefes del sistema que a viva voz se desgañitan con el gentilicio como bandera de su cuestionada popularidad.
    Saludos

    ResponderEliminar
  2. Lo que decís de los chicos es de lo que más duele, no solo por los nuestros. Dentro de 25 años serán los dueños de la pelota y nadie está pensando en ellos.
    Abrazo y gracias por pasar,

    ResponderEliminar