lunes, 10 de agosto de 2009

Los amigos de toda la vida y las pequeñas cosas

Después de 3 días vuelvo a escribir.

No ha pasado ni tanto ni tan poco.


El sábado vineron con sus familias a comer a casa dos amigazos de toda la vida.


Con el Pelado nos conocemos desde los 6 años. Primer grado, primer día de clases y nos sentamos en el mismo banco. Desde ese entonces somos amigos. Nuestro díalogo comenzó preguntándonos por qué la maestra no llegaba y por qué había muchos chicos que lloraban.
Mi vieja se acuerda siempre que en esos días, a la salida del colegio, cuando llegaba a buscarme, nos encontraba dándonos valijazos con esos portafolios de cuero marrón, llenos de cuadernos Rivadavia de tapa dura. De eso hace ya 30 años.


Y con el Gordo desde los 13, un poco menos, pero 23 años no son para despreciar.
El Negro no pudo venir. A él lo conocí unos años después.

Durante esos años ha pasado de todo. Estudiamos, nos recibimos, nos casamos, tuvimos hijos, hicimos nuestra vida. Y también hemos tenido nuestras épocas malas y buenas, alguna época de irnos a la banquina, pero gracias a Dios ninguno se desbarrancó.

Hasta en una época pasó mucho tiempo sin tener ningún contacto, pero siempre nos volvemos a juntar.


Hay algo que para mi es un flash, y es ver jugar juntos al hijo del Pelado y al más grande de los míos. Cuando nosotros nos hicimos amigos teníamos casi la edad de ellos, y por ahí suena algo tanguero, pero no puedo evitar ver el reflejo de nosotros mismos.

También cada vez que nos juntamos, en determinado momento nos encuentro haciendo algunas de las mismas huevadas que hacíamos cuando éramos chicos o adolescentes, y los mismos chistes con fechas de vencimiento ya expirada hace bastante tiempo. Nunca falta.

Y el domingo fue el día del niño. Demás está decir el orgullo que siento por nuestras dos bestias. Bah, en realidad no está demás, creo que se merecen que lo diga.

A la mañana tempranito estaban listos para recibir su regalo. El más grande estaba más listo que el chiquito, que siguió durmiendo hasta que su hermano lo fue a despertar para la ceremonia.

Poder ver la alegría que relfejan las caras de esos dos tipitos es impagable.

A la tarde fuimos a lo de mi hermana a tomar unos mates. Los llevé en subte, lo cual fue para complacer un pedido de Ojoloco (el más grande), que tiene fascinación por cualquier máquina que tenga ruedas. Y ese medio de transporte es uno de sus favoritos.

También desde hace un par de semanas, mi vieja está viniendo todos los lunes a pasar la tarde con sus nietos.

Tal vez todas estas pequeñeces que cuento parezcan insignificantes, pero en vista de nuestros planes, han tomado para mí un valor inuscitado, porque si bien ya he hablado de las razones por las que decidimos irnos, quiero llevarme de acá buenos recuerdos. Y como el entorno no ayuda, creo que la mejor forma es tratar de vivir lo más intensamente posible las buenas cosas que nos pasan, por más chiquitas que sean.

Lo que sigue va dedicado en su día para esos dos enormes tipitos que hacen que podamos mirar siempre para adelante con entusiasmo.

Alguna vez fue para nosotros, y ahora es todo para ustedes.



2 comentarios:

  1. De estos momentos simples con los amigos y/o la verdadera familia se fabrican los recuerdos y puede que el quedar huerfanos de estos moementos sean uno de los temores a la partir... pero hay que estar claro que estos momentos son los menos y el resto, el que no estrella con la realidad de nuestros paises son los más... lo ideal sería que esos amigos se sumaran a la aventura, eso sería casi como una fantasía, pero ni tan redondo ni tan cuadrado y hay que poner las cosas a trabajar para lo que vendrá que será el plus a favor de los vastagos que son y serán nuestra prioridad (al menos en lo social jejejeje).
    Muy ameno tu blog Cacho y lo mejor para tus crios.
    Saludos

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  2. Abel, totalmente de acuerdo contigo. Cuando los amigos se fueron a su casa y uno prende la tele o abre el diario, las noticias siguen ahí. Cuando nuestros amigos comparten con nosotros sus problemas, muchas veces las razones para irse asoman en sus relatos. Así que todo indica que estamos en el camino correcto.
    Un abrazo y gracias de nuevo por el comentario.

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